El café de Puerto Rico es uno de los tesoros más preciados de la isla. Conocido por su aroma y sabor único, este café es el resultado de siglos de tradición y cuidado en su cultivo y procesamiento. Hoy conoceremos su historia, características  y por qué son tan difíciles de encontrar los granos especiales puertorriqueños.

Historia del café de Puerto Rico

La llegada del café a la isla de Puerto Rico sigue la estela del trepidante viaje que emprendió Gabriel de Clieu con el que introdujo los primeros cafetos en el continente americano. Si quieres conocer esta historia, puedes hacer click aquí.

Los primeros frutos del café llegaron a Puerto Rico desde la isla de La Española (Haití y República Dominicana), tras considerar la viabilidad de su cultivo en este territorio. La primera semilla se plantó en Coamo pero poco después se decidió extender los cultivos en los pueblos montañosos donde la altura sobre el nivel del mar es mayor.

Tras esto, la caficultura comenzaba a tomar forma. A diferencia de otros cultivos como la caña de azúcar o el tabaco que empleaban mano de obra autóctona, la caficultura puertorriqueña quedaba en manos europeas.

El café en la isla no sufre un verdadero empuje comercial y productivo hasta el año 1815 en el que el rey Fernando VII firma la Real Cédula de Gracia otorgando a la isla de una mayor libertad económica y también firmo decretos reales que invitaban a residentes españoles y de la isla de Córcega a emigrar a Puerto Rico. A todo esto hemos de sumar la Guerra Civil que vivió Venezuela y una gran sequía sucedida en la isla de Mallorca. Este movimiento migratorio  viajó a las montañas y vieron en el café un medio de prosperar.

Tras esto comenzó a desarrollarse una tradición cafetalera y un folklore que predomina hoy en día. El café puertorriqueño comenzó a conquistar el resto del mundo, llegando hasta las más altas esferas de muchos países y ganándose un renombre más que merecido.

Características del cafe puertorriqueño

El café de Puerto Rico se cultiva principalmente en las regiones montañosas del centro de la isla, en las cordilleras de la Sierra de Luquillo y la Cordillera Central. El clima húmedo y fresco de estas áreas, combinado con los suelos ricos en minerales, crea las condiciones ideales para el cultivo de café. Los granos se cultivan en una altitud entre los 1.200 y 1800 metros sobre el nivel del mar.

La mayoría del café de Puerto Rico se cultiva en pequeñas fincas familiares, en lugar de grandes plantaciones. Los agricultores utilizan métodos de cultivo tradicionales y orgánicos, y suelen cosechar a mano los granos maduros para garantizar la calidad del producto final.

En la isla, el 98% del café cultivado es de la especia arábica (coffea arabica). Dentro de este alto porcentaje podemos encontrear variedades como Typica, Bourbon, Pacas, Caturra, Limaní y otras.

Según especialistas como Kim Ossenblok, Q Grader,  autor del libro «¡Al Grano!» y divulgador sobre café de especialidad se trata de cafés con notas de cata muy claras e ideales tanto para espresso y filtro.

Uno de los inconvenientes que a día de hoy un consumidor ajeno a la isla puede encontrar es su difícil disponibilidad. Y es que desde su dominio americano, la producción decreció debido a un incremento de los costes. Desde el siglo XX, la isla consume menos café del que consume. Además de este factor, el 10% de las cosechas producidas anualmente quedan destinadas a la exportación por lo que encontrar cafés puertorriqueños fuera de su mercado interior resulta una tarea complicada.

En 2017, el huracán «María» arrasó el 85% de las cosechas y cafetales de la isla provocando un enorme daño económico a caficultores y profesionales del café.

Todos estos motivos hacen que el café de Puerto Rico sea complicado de conseguir pero esperamos pronto hacernos con unos granos especiales de esta isla caribeña.