¿Sabías que en Europa se produce café en dos orígenes distintos? Es así, podemos encontrar cultivos de cafetos en el Valle de Agaete (Canarias) y en la isla de Martinica (departamento perteneciente a Francia). Hoy nos centraremos en la entrada del café al Caribe y posteriormente a Centroamérica. Y explicaremos la historia detrás de el primer cafeto plantado en suelo caribeño. ¡Vamos allá!
La llegada del café a América comienza con unas negociaciones entre la corona francesa y el Ayuntamiento de Ámsterdam en las que el gobierno francés pretendía hacerse con algunos especímenes de cafetos, tanto de variedad arábica y robusta como otras. Estas negociaciones llegaron a buen puerto y el burgomaestre de la ciudad envió a Luís XIV algunos especímenes de cafetos que fueron trasladados al Jardín de las Plantas de París (Jardin des Plantes). En el jardín botánico real las plantas se asentaron y comenzaron a reproducirse, tiempo después con algunos cafetos nacidos de los primeros, comenzaría la gran historia de su transporte hacia el continente americano.
Un arduo viaje
Fueron varios los intentos previos de transportar los cafetos a las Antillas. A pesar de conseguir mantener con vida las plantas en un viaje marítimo que solía durar entre 2 y 6 meses parecía que los cafetos no lograban aclimatarse a las características de estas islas. Por aquel entonces se rumoreaba que las plantas, que habían sido cuidadas y desarrolladas en Francia no eran capaces de habituarse a los climas cálidos del Caribe.
Gabriel de Clieu, capitán de la Marina de Martinica se encontraba en París y propuso transportar los cafetos a la isla donde residía. Se encontró con grandes dificultades en su propósito puesto que la corona francesa prohibía la donación de esquejes tanto de cafeto como de otras especies. Gracias a la mediación del médico real M. de Chirac, el capitán pudo conseguir 3 esquejes para llevarlos al continente americano.
En 1723 zarpa un barco en el puerto de Nantes con destino a Martinica donde se encontraban, situadas dentro de una caja de madera con una tapa de cristal en la cubierta, 3 esquejes de cafetos. Las plantas no solo tuvieron que enfrentarse al clima de alta mar lleno de sal y temperaturas convulsas si no que también sufrirían otros peligros. En 1774 el capitán Clieu afirmaría en el diario Annes Littéraire:
«El agua escaseaba de tal manera que durante más de un mes me vi obligado a compartir con la planta mi escasa ración. Llegó un momento en que sentí una pena infinita ante mi impotencia para proteger aquel tallo fino y delicado como el de un clavel.»
Y es que la escasez del agua provocó fricciones entre la tripulación, además también sufrieron el ataque de unos piratas tunecinos que acechaban el barco pero que consiguieron burlar gracias a la noche.
Por fin llegó el barco a la isla de Martinica, tras la travesía solo sobrevivió uno de los esquejes. Pero aquí no acabaron las penurias ni las complicaciones. Grabriel de Clieu plantó el cafeto en la finca de Prêcheur y afirmó lo siguiente:
«Al llegar a casa, mi primera preocupación fue de transplantar el arbolito en la parte de mi jardín más favorable al crecimiento. Tuve que vigilarlo constantemente, ya que querían arrebatármelo, hasta que, al final, me vi obligado a rodearlo de una cerca de espinos y establecer una vigilancia permanente hasta su madurez.»
La primera cosecha se recogió en el año 1726 y el capitán obtuvo en torno a dos libras de semillas que distribuyó entre quienes confiaba que plantarían y cuidarían los cafetos.
El desarrollo de la caficultura en Martinica
Para el año 1777 en la isla de Martinica habían mas de 18 millones de cafetales. El principal motor productivo de la época, el cultivo del cacao, quedó desplazado por el café debido a unas tormentas que devastaron las plantaciones. La caficultura comenzó a expandirse por las islas de Santo Domingo y Guadalupe, cercanas a Martinica. A estas alturas otras potencias colonizadoras se lanzaron a cultivar los granos del café en los territorios bajo su posesión, así hizo Portugal con sus plantaciones en las regiones de Pará y Amazonas (Brasil), los ingleses en Jamaica y los españoles en Filipinas, Cuba y Costa Rica.
Durante el siglo XVIII los territorios del cinturón del café (territorios entre los trópicos de Cáncer y Capricornio) comenzaron a llenarse de plantaciones de cafetos y generarían un impacto en la cultura de cada país.
Desde 1810, el café ya no se cultiva en la isla de Martinica de la misma forma que en siglo anterior. Debido a la aparición de diferentes plagas incapaces de combatir y unas tierras exhaustas después de tantos cultivos intensivos se hizo imposible mantener el volumen. En la actualidad quedan pequeñas plantaciones gestionadas por particulares y dedicadas al autoconsumo por lo que resulta muy difícil poder adquirir granos martiniqueses.
Con este viaje comienza el fenómeno del café que conocemos hoy en día, fenómeno que supone un sector económico fundamental para las economías de muchos orígenes y por el que viven muchas familias alrededor del mundo.
Se podría decir que, gracias al movimiento del café de especialidad, se pueden seguir cuidando los cafetales como lo hacía el capitán Clieu de los esquejes a bordo.