Seguro que si piensas en tomar café en Estados Unidos se te vienen a la cabeza imágenes de una cafetería donde la gente está comiendo y alguien que sostiene una jarra te sirve una taza de café. O quizá pienses en gente ajetreada por las calles de Nueva York hablando por teléfono mientras con la otra mano sostienen un café. Todas estas imágenes, muchas de ellas sacadas de películas y otros productos culturales, nos dan una visión del consumo de café en este país. En este artículo nos centraremos en la forma en la que se consume el café y su impacto en la cultura estadounidense. Para ello, haremos una comparativa con la cultura del café Europea.

Orígenes

El café llega a Europa a comienzos del siglo XVII, traído de Etiopía poco a poco comienza a extenderse su cultivo por otros lugares dentro de la zona del cinturón del café. Al territorio que ahora conocemos como Estados Unidos llegaría a finales del mismo siglo. En sus inicios la bebida no era muy popular, recordemos que el territorio seguía en manos de la Corona británica y sus costumbres continuaban vigentes. Ocurrido el suceso histórico conocido como el Motín del Té en la ciudad de Boston, el gobierno británico promulgó un impuesto sobre el té que provocaría el desplazamiento de muchos consumidores hacia esta nueva bebida.

En los siglos venideros podemos observar un gran desarrollo en el consumo de café en Europa con la aparición de las primeras casas de café así como, posteriormente, de las primeras máquinas cafeteras espresso. Sin embargo, en Estados Unidos el desarrollo fue diferente. Los grandes inventores americanos de la época comenzaban también a ingeniar artefactos para preparar café, la primera cafetera de origen estadounidense era un percolador de café inventado en 1865 por James H. Nason. Por otro lado, el gran inventor George Washington (no el presidente) desarrolló un método de procesado para producir café instantáneo. Estos inventos marcaron un rumbo de consumo para la sociedad americana.

Algo rápido y práctico

En un país en constante transformación durante los siglos XIX y XX en el que la industrialización, la productividad y el ideal del sueño americano nacían, el café era el combustible de todos aquellos que sentaron las bases del país que conocemos hoy en día.

El café de filtro y goteo se impuso como el rey en todas las tazas americanas. Método rápido, productivo y capaz de satisfacer las necesidades de un gran número de personas. Como curiosidad, el “café americano” fue inventado en Italia durante la Segunda Guerra Mundial por soldados americanos quienes sentían que un café espresso estaba muy concentrado para su gusto. Hoy en día este método sigue siendo el principal y es que podemos encontrar café de filtro en un sinfín de lugares y formatos. Para el americano no existe ese carácter ritualístico que se conoce en Europa a la hora de tomar café.

En Europa tomar café supone tener, al menos, un breve instante de tranquilidad o reunión. Las cafeterías en Europa buscan crear espacios donde sus clientes puedan tomarse un pequeño descanso y degustar un café o disfrutar de la compañía de otras personas. Sin embargo, el café en Estados Unidos es un complemento conveniente para realizar sus labores diarias, algo rápido y útil. No es una forma de consumo negativa, es una forma diferente de consumir los granos de café.

No todo el café en este país se consume igual, el café de especialidad tiene su presencia en Estados Unidos y se encuentra en una etapa de crecimiento exponencial. En la actualidad, el café de especialidad se encuentra muy en los grandes núcleos urbanos del país así como en ciudades de menor tamaño.

Una pequeña anécdota

Si hablamos del café en Estados Unidos, es inevitable no mencionar a la cadena de cafeterías más famosa del mundo, Starbucks, y su relación con el café de especialidad.

El primer establecimiento abrió sus puertas en 1971 en Seattle y vendía granos de café para llevar. Posteriormente, en 1983 un empresario llamado Howard Schultz se incorporó a la empresa y decidió traer la tradición del café italiano a las cafeterías, para ello contactó con La Marzocco tras unos intentos de negocios fallidos con otras marcas.
Esta marca florentina comenzó a fabricar máquinas espresso para las cafeterías de la cadena. Todo fue un éxito, en Estados Unidos crecía la cultura del espresso entre las distintas ciudades y cada vez se abrían más establecimientos de la cadena. A comienzos de los años 2000 se tomó la decisión ejecutiva de sustituir estas máquinas espresso por máquinas superautomáticas para así aumentar el margen de beneficio. Es en este momento en el que aparecen un enorme número de máquinas La Marzocco a la venta en el mercado de segunda mano y comienzan a abrirse las primeras cafeterías independientes de especialidad por todo el territorio.

Hoy en día, a pesar de que el concepto de negocio de Starbucks y el de una cafetería de especialidad se hayan alejado significativamente, podemos algunos encontrar aspectos comunes que nos recuerdan el inicio de este negocio multimillonario.